Mujeres campesinas que participaron en un acto de desagravio en Sucre (ABI) Sucre, 25 mayo (ABI).- La sola mención de la palabra racismo causa prurito en la ciudad de Sucre, un año después de que grupos de violentos redujeran a campesinos e indígenas quechuas inermes, les infligieran castigo físicos y les obligaran a desplazarse de rodillas hasta la central Plaza de Armas 25 de Mayo y a besar las insignias locales. "Quién ha dicho eso No somos racistas. Es una vergüenza", dice una mujer que se indigna ante la pregunta y que declina revelar un nombre. "No me va a nombrar, ¿cierto?", impetra, mientras suelta unos aplausos raquíticos al paso de una manifestación de campesinos que este domingo desfiló por las calles de Sucre, capital de Bolivia y sede de la aristócrata Audiencia de Charcas, durante la colonia española los siglos XV al XIX. La sola palabra causa molestia y ruboriza. El grupo humorista Los Taquipayas, que entre cueca y cueca, bailecito y bailecito y huayño y huayno (ritmos del folclore criollo) paró los corazones de su auditorio el sábado por la noche cuando en un acto en que le tocó actuar, acusó a los sucrenses, mujeres y hombres, de ser "masistas", en referencia al Movimiento Al Socialismo (MAS), partido del presidente indígena Evo Morales, a quien las autoridades locales se oponen con los dientes apretados. "¡Nooooo!", contestaron a coro algunos de los asistentes a la verbena en La Estación, preámbulo de las celebraciones por el Bicentenario del primer grito de libertad en América, escuchado en esta ciudad el 25 de mayo de 1809. "Un ratito, un ratito", repuso uno de los taquipayas, al tiempo que pedía una pausa para soltar su humorada en medio del estropicio. "Es que, dicen por aquí, que las mujeres piden ‘más, más y más" y los hombres dicen ‘podemos, podemos’", completó el artista, cubierto, acto seguido, de carcajadas. El estigma que entraña el calificativo llevó a que un cartel (banner), de 5m de largo por 80 cm de alto, que los activistas de la Campaña contra el Racismo, la Discriminación y por la Equidad", pendieron en una de las esquinas de la Plaza de Armas, fuera arrancado y desaparecido, como "por arte de magia", la noche del sábado al domingo. "Desapareció, así de simple…", dijo uno de los activistas en declaraciones a la ABI. La alcaldesa de Sucre, la opositora Aydeé Nava, ha rechazado en rotundo el calificativo, lo mismo que el presidente del Comité Cívico de Sucre y miembro del Comité Interinstitucional, John Cava. "Hay que investigar a fondo, con seriedad", argumentó Cava quien, junto a Nava, son acusados de orquestar, tras bambalinas, los vejámenes sufridos por grupos de campesinos e indígenas hace un año en Sucre, adonde llegaban para recibir tractores y llenar de apoyos al presidente indígena Evo Morales. La prefecta indígena de Chuquisaca, Savina Cuéllar, también opositora a Morales, intentó zanjar el asunto con un contundente "¡patrañas!" del oficialismo "para desprestigiarnos". El incidente fue condenado sin requiebros por Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea. Tan así es que, el comisionado de Naciones Unidas en Bolivia, Dennis Racicot, se pasó el domingo atento a la marcha de desagravio que protagonizaron 5.000 campesinos hasta el mismo lugar donde, año atrás, fueron humillados. El Comisionado de NNUU no despegó ojo de la marcha y tampoco de los balcones de las casas, por cuyas calles trascendió la marcha, de donde emergían gentes que gritaban bravos, en medio de esporádicas pifias.