El presidente de Ecuador, Rafael Correa, señaló que Latinoamérica debe mantener su lucha por la independencia para liberarse del yugo imperial (ABI) La Paz, 16 jul (ABI).- La lucha de los pueblos latinoamericanos por la independencia y la justicia social aún no ha concluido y es necesario continuarla, manifestó el jueves el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Correa hizo esas afirmaciones durante el almuerzo ofrecido por el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, en honor de sus homólogos de Venezuela, Ecuador y Paraguay, Hugo Chávez, Rafael Correa y Fernando Lugo, respectivamente, y otros distinguidos visitantes que asisten a los actos oficiales de conmemoración del Bicentenario del grito libertario de 1809. Correa anotó que los latinoamericanos han ingresado a la lucha por la segunda independencia para romper definitivamente los afanes de dominación de los grupos de poder mundial. Al dirigirse a la canciller de Honduras, Patricia Rodas, que representa en Bolivia al presidente Constitucional de su país, Manuel Zelaya, el mandatario ecuatoriano señaló que no se preocupe que los golpistas "no pasarán". Zelaya fue víctima de un golpe de Estado el pasado 28 de junio alentado por grupos políticos de derecha apoyados por jefes militares. El presidente constitucional de Honduras ha recibido la solidaridad de las naciones latinoamericanas.Correa señaló que estos grupos de poder que en el pasado imponían gobiernos en América parecen no haberse dado cuenta que la realidad de hoy en la región no es la misma que en los años 70 u 80. Es más señaló que esos poderes han comenzado a perder hegemonía en diversos foros internacionales, lo que los ha movido a volver a las viejas andadas, es decir apoyar golpes militares antes que promover a candidatos que ganen las elecciones en las urnas.Correa enfatizó que, pese a ello, los pueblos de América Latina deben proseguir la lucha hasta lograr su plena liberación del imperio para que sus ciudadanos puedan "Vivir bien", es decir que puedan satisfacer sus necesidades fundamentales. Finalmente expresó su convencimiento de que la unión de los pueblos latinoamericanos logrará vencer la batalla por su independencia y soberanía. Subrayó que la llama de la tea encendida por el prócer boliviano Pedro Domingo Murillo en 1809 está aún encendida, pese a que no brilló durante "la larga noche neoliberal" con gobiernos que respondían más a los intereses del imperio y de las trasnacionales antes que a los de sus respectivos países.